Tu beso enciende mis demonios,
quienes ante el fragor de tu sonrisa
suelen darse por vencidos.
La cálida brisa de tu aliento,
humedece mis labios
al ardiente compás de tu mirada
y en la caída curvada de tu pelo,
descansan curiosas mariposas,
cuáles parte de tu pensamiento.
Pero al pestañar la fria noche,
el silencio describe el final de este encuentro
y la distancia se acorta a tan sólo un abrazo.
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