21 marzo 2007

A cocachos aprendí


Los cambios suceden y a veces formamos parte de ellos sin ni siquiera tener la intención. Talvés se podría decir de esta agua o ha de beber, pero muchas veces - o casi siempre - adoptamos lo que negamos Esta es la historia de una amiga que en pocos años nunca imagino estar haciendo cosas que jamás se imaginó.

Ella es Gladys, cocnocida como "la tonera", vive - aún - por la urbanización Sánchez Carrión de Trujillo, su vida ha cumplido sus bodas de plata, como me dijera en una ocasión: “bien cumplidos”. Ella culminó sus estudios secundarios en un colegio de monjas de “La capital de la Eterna Primavera” y una que queda por el centro de la ciudad...creo que fui muy específico.

Su familia, natural de la sierra liberteña, lo ha confinado a administrar unas cabinas de internet instaladas en un ambiente de su casa. Lleva tres meses a cargo del negocio y lo anecdótico es que ella inició cero en computación y tuvo que aprender a cocachos y malas ganas. Lo peor de todo es que odiaba - aún las odia - las máquinas y lo peor de todo es que su verdadera profesión es ser confeccionista de ropa.

A partir de los 19 años de edad, en el 2000 para ser exactos, le dedicó 3 años de su vida al Insituto Perpetuo Socorro - que la socorrrió en esos tiempos - para convertirse en una confeccionista y diseñadora demodas.

Desde el primer año de estudios ella ya hacía trabajitos para ganarse un sensillo y continúo asi hasta el año pasado. Gracias a esas entradas de billete podía darse los gustos que quería (juerga total), visitar a sus amigas y viajar a las frías tierras de Quiruvilca - pues extraña algo oa alguien - .

Ahora la chica de metro y medio de simpatía, sólo se dedica a atender a medio mundo que llega hasta su guarida para alquilar una cabina de internet. Lo positivo de todo, ella misma asegura, es que esto le ha permitido alimentar su paciencia - porque mandaba al diablo muy amenudo -, pero aún no la sacia del todo, por si acaso. Además está conociendo cosas nuevas.

Sin embargo, ella asegura que aún siente miedo y verguenza cuando le preguntan sobre algo que no sabe. También me contó que los chicos con los que nunca entabló diálogo alguno, hoy "le pasan la voz", aunque los niños le dicen SEÑORA

"Un día, el chico con quién había peleado vino a las cabinas y me pidió que lo ayudará a guradar su trabajo pues no sabía - como yo hace tres meses - de computación. Eso me hizo sentir muy bien", comentó.

Ahora Gladys, la chica semipaciente, la que ha cambiado la televisión por el monitor y el control remoto por el mause, dice que ve su futuro incierto, aunque espera poder concretar un negocio de confección de disfraces diseñados por computadora. pero las juergas, por ser su Karma y su yoga no las cambiará jamás.