22 octubre 2009

Aquí te espero

Y llegaste madre,
al frío saludo de tu hijo predilecto,
a los cálidos abrazos de tus hijas y
al revoloteo eterno de tus pequeñines.

Vuelves, y en cada regreso te espero.
Soy quien recoge tu cuerpo y el de mi padre
En aquella paradisiaca esquina de luces
Junto a aquellos enormes bultos…
…unos envueltos en sangre,
otros hechos con sacrificio.

Hemos llegado a la puerta de tu casa,
Has entrado y buscado un lugar en la sala
donde has abierto cada caja de cartón.

Ahí descubren tus hijos los dulces chancayes,
Las crocantes roscas y los suaves panes.
Cientos de ejemplares que en tres días
y tres noches pasaran a la historia.

No podía faltar ese fresco y prensado queso serrano
y algunas frías “cachangas” con dulce,
aquellas que son el baluarte de tu oficio.

Aquí estás madre, junto a tu fiel oidora,
la más curiosa de la familia,
contándose y preguntándose todo,
cual esencia propia de viejitas chismosas.

Aquí estás madre,
compartiendo con tus endiablados enanos
criados en aquel helado y seco pueblo,
donde has dejado muchos años de tu vida.

Siempre vuelves para saciar el hambre
y el amor de tu decena de hijos,
y llorar cada vez que el recuerdo
te devuelva a tus dos desaparecidos.

1 comentario:

  1. Un verso provinciano, de olor a tierra mojada y envolvente como la helada serrana. Tierno como una madre y triste como una pérdida.
    Conmoverdor, lo había leido hace tiempo pero lo comento hoy, que más dá...

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