22 agosto 2006

Despedida romántica


Los días son tan irregulares. Sobretodo los fines de semana. Vaya momentos inolvidables y rutinarios. Pero un día ocurrió algo que no se volvería a repetir. Ese día conocí a Rocío del Pilar Costa Alaya, una preciosa cajamarquina, sensilla y dulce, que cambió muchas cosas desde ese momento.

Rocío pasó las vacaciones en mi casa, pues su tía había alquilado un cuarto en el segundo piso. No tardó en ser gran amiga de mi hermana, quién además llevaba su mismo nombre (Rocío). A través de mi hermana nos conocimos. Mis ojos la miraban con absoluto hermetismo y sentía tanto placer verla reir conmigo.

Nuestra amistad se afianzó con los meses. Hasta que un día estabamos sólos en el cuarto de su tía y ella decidió mostrame la ropa que tenía, quería mi opinión sobre como le quedaba. La verdad que en esos momentos me sentí incomodo, pues me mostró un vestido entalladito y tranparente que me hizo ruborizar. Lograba ver su ropa interior blanca y ella se acercó a mi y me dijo: "te gusta", a lo que atine, con entrecortada voz, a decir: "Si". "Pero se ve bien", me insistió...Hasta que...

"Rocío abre la puerta porque te encierras" expresó su hermano desde el otro lado de la habitación. Ahora que hago, que digo. Ella, como yo, también se ruborizó. Atiné a abrir la puerta y su hermano se sorprendió con mi presencia en el cuarto. Lo saludé, pero el no me respondió. Su mirada me golpeaba como un toro furioso. Rocío estaba muda, su silencio delataba toda su verguenza. No pude hacer nada me retiré para no generar un pleito solo le dije, a ella, "Chau nos vemos más tarde"... No la volví a ver en una semana...

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